Dr. Pedro Cázares Aboytes | ORCID: ORCID: 0000-0001-5508-8087 | pedrocazares@uas.edu.mx
Recibido: 14 de marzo de 2025 | Aceptado: 6 de abril de 2025
El presente trabajo Historias en la esquina del mundo presenta una visión de la obra Tendencias en la historiografía bajacaliforniana del siglo XXI. Mediante el análisis de los temas propuestos por sus autores como lo son instituciones fronterizas, religión, historia de las mujeres, historia urbana y políticas públicas, cada capítulo del libro reseñado revela esfuerzos por diversificar las fuentes documentales, incorporar nuevas perspectivas teóricas y ampliar el campo de la historia regional. Esta reseña así, examina la estructura de la obra, destaca sus principales aportaciones y reflexiona sobre los desafíos historiográficos que plantea, como la necesidad de enfoques interdisciplinarios y una mayor inclusión de actores sociales en las narrativas históricas.
Palabras clave: Historiografía, Baja California, Historia regional, Instituciones sociales, Religiosidad fronteriza.
This work, Historias en la esquina del mundo, offers an overview of Tendencias en la historiografía bajacaliforniana del siglo XXI. Through an analysis of the themes explored by the authors—such as border institutions, religion, women's history, urban history, and public policy—each chapter demonstrates efforts to diversify documentary sources, adopt new theoretical frameworks, and expand the scope of regional history. This review examines the structure of the volume, highlights its principal contributions, and reflects on the historiographical challenges it presents, including the need for interdisciplinary approaches and the broader inclusion of social actors in historical narratives.
Keywords: Historiography, Baja California, Regional history, Social institutions, Border religiosity.
La presente obra emana de un lugar de producción social cuyos participantes comparten la cualidad de haberse formado o actualmente laborar en la Universidad Autónoma de Baja California, salvo una de ellas, Isabel Povea. Los participantes, pese a no ser oriundos de Tijuana, tienen experiencias formativas o laborales con la espacialidad fronteriza. Ya sea estudiando a nivel licenciatura, posgrado o llegar del centro del país, la frontera les ofreció la posibilidad de echar raíces en la sociedad bajacaliforniana.
Tres grandes ejes articulan este libro: las instituciones en contextos fronterizos, la religión y la religiosidad, y el análisis historiográfico. De ellos se desprenden sublíneas de investigación como los estudios de género y la historia urbana. Estas temáticas no representan intereses secundarios, por el contrario, constituyen vetas de indagación relevantes para quienes ejercen el oficio de historiar. En cuanto a su estructura, la obra se organiza en una introducción y cuatro apartados; el primero, "Historiografía en la región"; el segundo, "Balances historiográficos sobre la historia de las mujeres, el género y la historia urbana"; el tercero, "Una historia afianzada: las instituciones religiosas, económicas y universitarias de la región"; y el cuarto, "Nuevas tendencias y desafíos: las instituciones de salud mental, las políticas indigenistas y el impacto de las instituciones religiosas en Baja California".
El capítulo titulado “El Seminario de Historia de Baja California: historia profesional e institucionalización regional en México, 1980-2000”, escrito por Diana L. Méndez Medina y Víctor Manuel Gruel Sández, abre este libro. Su propósito es “conocer y reflexionar sobre la profesionalización de la historia más allá de las instituciones e individuos […] en Baja California, como en el noroeste y la república mexicana” (p. 19). Esta perspectiva propició cierta igualdad y horizontalidad entre miembros, invitados y participantes, ya que lo más importante era responder afectivamente a Ensenada, la ciudad que albergó el seminario. El legado de este colectivo no se limita a las memorias publicadas entre 1991 y 2003, que documentan casi tres lustros de actividad académica. Si bien estas obras constituyen un testimonio tangible de su labor, centrarse únicamente en ellas sería reducir el alcance de su contribución. Este colectivo construyó un puente entre esfuerzos personales e institucionales, lo que contribuyó a la profesionalización del quehacer histórico y permitió establecer un diálogo intergeneracional que redefinió los modos de hacer historia en la región.
El segundo capítulo, “Catolicismo e historiografía. Los manuscritos de César Castaldi y el vicariato apostólico de la Baja California, 1895-1946”, de Pedro Espinoza Meléndez, ofrece valiosas reflexiones en torno al uso de fuentes eclesiásticas. A través de este estudio se recuerda que dichas fuentes pueden aportar mucho más que simples registros de nacimientos, matrimonios y defunciones, siempre que se formulen preguntas pertinentes que permitan ampliar su potencial interpretativo. Al tomar como punto de partida la trayectoria de César Castaldi (1879-1946), misionero italiano del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras y residente en Baja California entre 1903 y 1946, el autor se aproxima al horizonte de enunciación desde el cual Castaldi construyó su narrativa histórica. La incorporación de una perspectiva historiográfica distinta implicó, además, el uso de nuevos acervos documentales, lo que resulta evidente en el cruce de diversas líneas de investigación: la historia de la Iglesia en Baja California, la historia religiosa y la biografía histórica. Esta última, particularmente necesaria en el contexto regional, se perfila como una línea prometedora en la que el autor parece avanzar con acierto. En la figura de Castaldi es posible observar cómo los sujetos históricos no solo interpretan su presente, sino que proyectan en sus escritos sus aspiraciones y visiones de futuro, lo que convierte a la escritura en un vehículo privilegiado para dichas expresiones.
El tercer capítulo, “Historia de las mujeres y de género en el noroeste de Nueva España y México: un balance historiográfico (1990-2020)”, de Isabel María Povea Moreno y Sara Musotti, ofrece un recorrido por las principales líneas de investigación sobre mujeres y género desarrolladas en instituciones académicas mexicanas. Uno de los aspectos más sugerentes que se desprende del análisis es la influencia de la historia del tiempo presente, que se refleja en temáticas como la frontera, el matrimonio y la familia, la educación, el liderazgo y la participación política. El capítulo organiza la producción historiográfica en tres apartados: mujeres en organizaciones marxistas durante las décadas de 1960 y 1970, violaciones a los derechos humanos, y mujeres en el sindicalismo. Las autoras analizan de manera crítica el cuerpo bibliográfico disponible, destacando el esfuerzo por rastrear tesis de posgrado elaboradas en diversas instituciones del noroeste mexicano, a pesar de las limitaciones impuestas por la escasa difusión o inaccesibilidad de estos trabajos. Este amplio esfuerzo se ve reflejado en las 116 referencias bibliográficas que sustentan el capítulo, lo que da cuenta de un trabajo de documentación exhaustivo y riguroso.
El capítulo “Las ciudades y la vivienda en la historia de Baja California. Un recorrido por la producción académica”, de Pilar Adriana Rey Hernández, tiene como objetivo ofrecer un balance historiográfico sobre los enfoques, autores y perspectivas que han abordado esta temática en la región. Aunque se trata de un capítulo breve, la autora logra articular una propuesta clara, organizada en tres apartados. En el primero, presenta un bosquejo del estado de la cuestión en torno a la historia de la vivienda en América Latina y México, subrayando que ciertos modelos analíticos desarrollados en otros contextos no pueden adoptarse de forma acrítica para el caso bajacaliforniano. Este señalamiento resulta pertinente, dado que el uso inadecuado de marcos metodológicos puede derivar en interpretaciones poco sólidas. Al analizar las narrativas sobre las ciudades y la vivienda en Baja California, la autora identifica una serie de factores que permiten comprender la singularidad del fenómeno en la región: las condiciones fisiográficas que determinan las formas de edificación, la limitada intervención del Estado, las ambigüedades en la regulación jurídica, la presencia de una población flotante atrapada en el corredor migratorio del noroeste mexicano, y la proliferación de asentamientos irregulares. Estas problemáticas han sido abordadas principalmente desde la sociología y la historia, disciplinas que convergen en este análisis. Finalmente, el capítulo subraya la necesidad de dotar de historicidad a los estudios sobre las ciudades y la vivienda, proponiendo articular investigaciones a partir de estudios de caso específicos. Esta estrategia permitiría superar las generalizaciones historiográficas que diluyen a los actores sociales, los conflictos, las formas de gestión y la mediación gubernamental.
El capítulo “Instituciones religiosas en Tijuana: la iglesia bautista y el conflicto Estado-Iglesia (1926-1929)”, de Jaime Gallegos Catalán y Ramiro Jaimes Martínez, aborda el proceso de formación de la primera iglesia bautista en Tijuana, dentro del distrito norte de Baja California, en el contexto de la aplicación de las reglamentaciones derivadas de la Constitución de 1917 y la Ley Calles de 1926. El carácter fronterizo de la ciudad imprimió dinámicas particulares a las prácticas y estrategias de esta comunidad religiosa, diferenciándola de otras experiencias similares en el país. Un aspecto relevante del análisis es la forma en que ciertas características asociadas al catolicismo en el noroeste mexicano —como la expresión de la religiosidad sin una parroquia formal— también se hicieron presentes en las manifestaciones protestantes, adaptándose a las condiciones locales. El trabajo destaca por su minuciosidad en la búsqueda e interpretación de fuentes dispersas en diversos repositorios documentales, lo que permite reconstruir con detalle las dimensiones materiales, culturales y espirituales de esta experiencia religiosa. Este enfoque contribuye a ampliar los marcos interpretativos tradicionales sobre la religiosidad en contextos fronterizo.
En el capítulo “Los perímetros libres en Baja California: reflexiones históricas a partir del comercio, la fiesta y la Gran Depresión”, Jesús Méndez Reyes y Ramón Alberto Durazo Ramírez abordan, desde la historia económica, las transformaciones de una comunidad fronteriza en relación con la producción, el consumo, la distribución y el desarrollo regional. A través de este enfoque, los autores se distancian de las interpretaciones generalizadas que suponen efectos homogéneos de la crisis de 1929 en todo el país, al evidenciar una dinámica económica local con particularidades propias. El estudio revela una compleja red de intercambios comerciales transfronterizos, marcada por referencias interculturales, crecimiento demográfico, demanda de servicios básicos, movilidad constante y esfuerzos por aumentar la recaudación fiscal en un contexto de excepción tributaria. En este escenario, las instituciones enfrentaron el desafío de maximizar sus estrategias de persuasión fiscal sin contar con una estructura plenamente consolidada. La consolidación de un territorio sujeto a recaudación implicó para los gobiernos la creación de un aparato burocrático capaz de operar en un contexto atravesado por anomias sociales. En este sentido, la conformación de un conglomerado multicultural en los márgenes del Estado-nación exigió también el desarrollo de una hacienda pública nacional capaz de apropiarse de una porción de la renta mediante la afirmación de un derecho fiscal exclusivo sobre Baja California. Este análisis permite comprender los desafíos estructurales y simbólicos que implicó integrar la región a la lógica fiscal y administrativa del Estado mexicano.
Cierra este apartado el capítulo “La simbología de la UABC en el contexto nacional de la educación superior”, de David Piñera Ramírez. El texto se centra en el análisis de las relaciones identitarias que se generan a través de la simbología institucional de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), enmarcándola dentro del panorama nacional de la educación superior. A través de un recorrido por los procesos de creación de escudos, himnos, mascotas y lemas en las universidades públicas mexicanas, el autor examina cómo estos elementos fueron concebidos, implementados y apropiados como parte de la construcción de la identidad universitaria. En el caso específico de la UABC, se destaca la influencia de la identidad regional bajacaliforniana en el diseño y consolidación de estos símbolos. El capítulo también aborda el proceso de revisión del lema institucional, impulsado en diciembre de 2021 por el entonces rector Daniel Valdez Delgadillo, quien propuso evaluar su pertinencia. Para ello, se conformó una Comisión Especial de acuerdo con lo estipulado en la normatividad universitaria. Este episodio reciente permite reflexionar sobre la dimensión dinámica y en constante negociación de los símbolos institucionales como parte de los procesos de identidad colectiva en el ámbito universitario.
En el último apartado del libro, “Nuevas tendencias y desafíos: las instituciones de salud mental, indigenista y el impacto de las instituciones religiosas en Baja California”, se incluye el capítulo “Después de La Rumorosa. Políticas e instituciones de salud mental en Baja California, c. 1950-2000”, de Víctor Manuel Gruel Sández. El autor examina la evolución de las políticas públicas en materia de salud mental en la región, destacando cómo estos procesos estuvieron atravesados por disputas políticas que, con frecuencia, relegaron los intereses de la ciudadanía.
Tras ofrecer un panorama general sobre las instituciones dedicadas a la salud mental en el estado, el análisis se concentra en el Instituto de Salud Mental del DIF. A partir de este estudio de caso, se rastrea la institucionalización de disciplinas como la psiquiatría, la sociología, la psicología y la neurología, particularmente en las ciudades de Mexicali y Tijuana, mediante el seguimiento de las trayectorias profesionales de especialistas vinculados al tratamiento de la salud mental durante la segunda mitad del siglo XX. El capítulo se apoya en un corpus documental diverso que incluye entrevistas, fuentes hemerográficas, informes institucionales, tesis universitarias, así como materiales provenientes del Archivo Histórico del Estado de Baja California, el Archivo Histórico del Municipio de Mexicali y el Archivo Particular Javier Alcántar Enríquez. Este abordaje plural permite articular una mirada compleja sobre los procesos de configuración institucional en un campo históricamente marginal dentro de las políticas públicas.
El penúltimo capítulo, “Centro Coordinador Indigenista de Baja California, 1974-2003. Institucionalización de la política estatal, acciones y posicionamiento indígena”, de José Atahualpa Chávez Valencia, analiza los escenarios, actores y circunstancias en los cuales se desplegó la política pública indigenista en Baja California. El autor se interesa por cómo los pueblos indígenas cucapá, pai pai, cochimí, kiliwa y kumiai, miembros de la Federación de Grupos Indígenas de Baja California, utilizaron el Centro Coordinador Indigenista como un mecanismo para establecer un frente de negociación con las autoridades federales. A través de este organismo, los pueblos indígenas participaron en foros como el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas, buscando visibilizar sus demandas. Chávez Valencia dedica una parte significativa del capítulo a revisar la política pública indígena en México entre 1920 y 1970, destacando la presencia de otros grupos indígenas como los triquis, mixtecos, zapotecos y purépechas, que también formaron parte de las acciones indigenistas en la región bajacaliforniana. Esta revisión permite contextualizar los esfuerzos de los pueblos indígenas de Baja California dentro de un panorama más amplio de políticas públicas y movilizaciones sociales en el país.
El libro concluye con el capítulo “Actores sociales en el espacio misional de Santa Gertrudis, Baja California”, de Olga Lorenia Urbalejo Castorena y Gabriel Fierro Nuño, que inicia con una reflexión sobre las categorías de tiempo y espacio en la historia, integrando propuestas de la geografía, la sociología y el urbanismo. Los autores abordan la construcción de una política de la memoria, destacando cómo el tiempo es relativo al movimiento, pero no se limita a él, ya que se narra a través de una trama. Las acciones humanas, según los autores, se desarrollan en un tiempo y un espacio determinados. Este capítulo se centra en cómo el espacio físico de Santa Gertrudis fue percibido de manera diferente por los actores sociales que habitaron o visitaron el desierto central de Baja California. En particular, exploran la evolución del uso social del espacio en Santa Gertrudis, destacando las actividades asociadas a la minería y la pesca que definieron el autoconcepto de gertudrianos y gertudrianas, así como en pobladores permanentes o esporádicos. La misión de Santa Gertrudis, en su sentido más amplio, no se limitaba al antiguo inmueble misional, sino que se extendía hasta Guerrero Negro, en un espacio entrecruzado por turistas y actividades agroganaderas, lo que diversificaba los actores sociales y complejizaba el drama local.
A manera de cierre, es importante señalar que los capítulos del libro tienden puentes entre sus autores, cuyos intereses investigativos no son cerrados ni parciales. Los textos dialogan entre sí, mostrando que los actores sociales en Baja California operan desde motivaciones diferenciadas, sin construir relaciones segmentarias. En conjunto, los capítulos evidencian que la sociedad bajacaliforniana accedió a la modernidad a través de rutas diversas, que no se pueden asimilar a las narrativas históricas centralistas y seculares tradicionales.